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Comite
Trompina Arriba

Junta Directiva

Aunque en el 2015 solamente existía una directiva familiar encabezada por Odir Perla y Marta Lilia Delgado, así se mantuvieron hasta el año 2020, cuando finalmente fue juramentada una directiva, que es la que se mantiene en la actualidad de la siguiente forma:
Presidenta: Ruth Benítez
Vicepresidente: William Hernández
Tesorera: Marta Lilia Delgado
Pro-tesorero: Mauricio Hernández
Secretario: Odir Perla
Pro-secretaria: Wendy Amaya

Actividades

Como ocurre en la mayoría de organizaciones comunitarias, Unidos por Una Sonrisa, Comunidad de Trompina Arriba realiza varios eventos cada año. Una de las más populares es la venta de comida, actividad que realizan unas tres veces al año. También celebran una fiesta bailable con la misma finalidad de hacer llegar fondos a la tesorería.

Obras

Con los fondos recaudados en las diferentes actividades reparten juguetes y comida a unos mil niños, no solamente de Trompina Arriba sino también de sus alrededores.

Otra de las actividades que han llevado a cabo es la instalación de 6 ventiladores de techo en la escuela del caserío.

De igual manera se hizo una donación de 60 bolsas de cemento para la remodelación del piso de una cancha de básquetbol en la escuela de ese lugar.

También donación de equipo medico a la Clínica Comunitaria.

Historia

Curiosamente los caseríos Trompina Arriba y Trompina Abajo pertenecen al cantón El Bejucal, jurisdicción del municipio de Sociedad, Departamento de Morazán y limitan con el Departamento de La Unión, particularmente cerca de donde existieron las famosas minas de San Sebastián, jurisdicción de Santa Rosa de Lima.

Aunque en la actualidad esas minas de oro ya no son explotadas por ninguna compañía extranjera —como en el pasado— cuando los jefes eran canadienses, estadounidenses o españoles, las comunidades cercanas como Trompina Arriba y Trompina Abajo y otros caseríos y cantones, aprovechan lucrarse un poco de los residuos que quedaron del valioso metal, que todavía explotan las comunidades cercanas de manera artesanal.

Todavía se cuentan algunas anécdotas que surgieron entre las personas que no dieron el brazo a torcer y siguieron excavando, a pesar de que las compañías extranjeras abandonaron las minas por su bajo rendimiento, después que como mínimo obtenían unas 100 libras de oro puro cada semana, con un valor aproximado de unos $50 el gramo. Sin embargo, poco a poco la producción fue disminuyendo y tuvieron que retirarse del país.

Pero los residentes cercanos no desistieron y siguieron cavando lo más que podían, donde algunos obtuvieron fuertes ganancias, pero así como ganaban el dinero de la misma forma lo gastaban en orgías o bacanales. Fueron pocos los que supieron invertir sus ganancias y vivir una vida mejor.

Lastimosamente, en medio de la sed de oro hubo personas que fallecieron en su intento de hacerse ricos, unos por accidentes, otros por envenenamiento con arsénico y otros compuestos veneosos, así como por las corrientes subterráneas que terminaban no solo con sus aspiraciones sino también con sus vidas.

Otros, sin embargo, se quedaron solo para contar sobre las buenas épocas que vivieron pero que no supieron aprovechar, y ahora viven sumidos en la pobreza y el desprecio de las personas a quienes ellos menospreciaron cuando les sobraba el dinero a manos llenas.